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Deconstrucción

Posted by on 12/12/2018

Algunas palabras usadas en las ciencias sociales, sobre todo en las humanidades, son mágicas. Con eso quiero decir que, por alguna razón que desconozco, se convierten en referencias continuas, utilizadas una y otra vez con el sospechoso convencimiento del autor –estoy segura- de que no son entendidas por el lector y eso hace el discurso aún más “científico” y erudito. Una de esas palabras es deconstrucción. Últimamente la he reencontrado en inglés y en otros idiomas, para referirse al medio ambiente y a las relaciones sociales de producción. Además, para más abundamiento, con este término hacía referencia a un escrito de un político británico de principios del siglo XX. Seguro que tal político nunca pensó en deconstruir nada. El término se refiere a separar las partes que forman el todo. Lo mismo se deconstruye un discurso que una tortilla de patatas. En el campo de las explicaciones es lo que hemos hecho, y hacemos, todos los que tenemos hijos/as y alumnos/as: explicar las cosas por partes para llegar a la comprensión del conjunto como un sistema en el que todo está relacionado y en el que nada funciona sin entender el contexto y las partes al mismo tiempo. Aún a riesgo de que nuestros hijos y alumnos nos pidan que para explicar algo no nos remontemos a épocas demasiado pasadas, la verdad es que el proceso histórico de todo fenómeno humano, social y natural es imprescindible para entenderlo en el momento actual y para proyectarlo hacia el futuro. Las partes que conforman el todo no son estáticas, sino producto de una evolución, entendida como cambio –y no siempre en positivo-, que empuja hacia terrenos desconocidos e imprevisibles. Olvidar la explicación de la historia, de la evolución de las relaciones entre los grupos e intereses sociales y de las conexiones tácitas entre los fenómenos es simplista y, cuanto menos, parcial. Dar una explicación de las partes de manera incorrecta por incompetencia o interés es igual de perverso o peor. En absoluto es neutral. El olvido de la historia no supone sólo estar condenado a repetirla, sino avanzar por la senda del retroceso, y el deconstruirla para entresacar sólo las partes más convenientes, refuerza esta idea. El riesgo de la deconstrucción es la parcialidad. El presente, y el futuro, de las sociedades depende de acciones humanas, no es serendipia ni efecto mariposa. Tampoco es fruto de una conspiración. Es simplemente desidia y maldad.

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